La curiosidad es esa chispa que nos lleva a preguntar, explorar y comprender más allá de lo que nos enseñan en clases. Para los niños, esa curiosidad natural es la llave maestra que abre las puertas al conocimiento, y en casa o en la escuela, podemos acompañarlos para que esa chispa brille aún más.
Cuando un niño siente ganas de saber, ¡todo su mundo se llena de nuevas posibilidades! Esa inquietud activa su cerebro y crea conexiones que ayudan a recordar y entender mejor. Por ejemplo, si un niño pregunta cómo crecen las plantas, en lugar de solo decirle, podemos invitarlo a plantar una semilla y ver cómo germina. La ciencia confirma que la curiosidad aumenta el interés y hace que el aprendizaje sea más divertido y duradero.
En la rutina diaria, podemos hacer preguntas abiertas que inviten a pensar, como “¿Qué crees que pasaría si…?” o “¿Por qué piensas que eso sucede?”. Es importante que permitamos que experimenten, que exploren a su ritmo y sin miedo a cometer errores. Cuando vemos su interés y les acompañamos en sus descubrimientos, estamos sembrando confianza y amor por aprender.
En las aulas, los docentes que actúan como guías y no solo como transmisores de datos, abren espacios para que los niños hagan preguntas y propongan soluciones. Los proyectos, las actividades lúdicas y las conversaciones que surgen en clase ayudan a que cada niño sienta que aprender es una aventura, no solo una obligación.
Fomentar la curiosidad en los niños es sembrar semillas para que crezcan como aprendices entusiastas y autónomos. Nos encanta acompañar esos momentos de descubrimiento, y en nuestro blog podrás encontrar más ideas para potenciar esa chispa en tu pequeño. ¡Conoce el modelo educativo del CFH y acompáñanos en esta aventura!
https://www.gaceta.unam.mx/la-curiosidad-impulso-para-el-desarrollo-del-pensamiento/
https://www.unodc.org/unodc/es/listen-first/super-skills/curiosity.html